“[Shakespeare] solía decir que nunca había tachado un verso en su vida. Saltó Ben Jonson: “Ojalá hubiera tachado mil””.
Más que por su prolijidad, podría decirse que el escritor inglés, caballero-erudito, anticuario y biógrafo pionero John Aubrey (1626 – 1697) ha pasado a la posteridad gracias a su obsesión por la incertidumbre. Sus Vidas breves (no impreso hasta 1813; La Uña Rota, 2017. Prólogo de Juan Pimentel), suponen una serie de anti-biografías de los anglosajones más mitologizados de todos los tiempos. Ficción a menudo catalogada como no ficción, participa de la búsqueda monomaníaca de las verdades literarias oscurecidas por la pantomima de la reputación. Sus 51 microvidas son una suerte de retrato a plumilla de los ingleses más distinguidos del XVII: escritores (Shakespeare, sir Walter Raleigh, Andrew Marvell, John Milton), científicos (William Harvey), matemáticos (Henry Briggs, Edmund Gunter), astrólogos (John Dee), filósofos (Robert Hooke), teólogos (William Holder) y muchos otros.
Su traductor al castellano, el catedrático de la Universidad de Salamanca Fernando Toda Iglesia (Porto Alegre, Brasil, 1952), tiene una sensibilidad parecida a la del autor, lo que redunda en la calidad de su trabajo.
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