El título del volumen de ensayos de Edgardo Cozarinsky (1939), Disparos en la oscuridad (Ediciones Universidad Diego Portales, 2015), alude a un proyecto espiritual abocado a un objeto (un libro). Se trata, sin duda, de un título acertado, que sugiere, al mismo tiempo, la gran paradoja que es la literatura: una verdad luminosa y tangible resultado de un proceso largo e indefinible. Sus observaciones, aparecidas en diversos medios, como Perfil, Ñ, La Nación en Argentina o Letras Libres en México, son a menudo breves y elípticas; consisten en evocaciones (“Escribo e intento hilar una trama (acaso impalpable, sin duda tangencial) a partir de esas vidas, de esas muertes”), citas de lecturas (Joyce, Borges, Bioy, Severo Sarduy, entre otros), pero, sobre todo, reflexiones (“todos intentamos imponer alguna especie de forma a esa acumulación de desastres y pérdidas que otros llaman experiencia”). Las opiniones de Cozarinsky son a menudo controvertidas. Su autorrevisión personal pasa necesariamente por el análisis de la situación geopolítica. Al final del volumen, prevalece el ser humano, diseminado en multitud de libros y películas (“Acaso la historia del cine, bajo los escombros de tantas rupturas seductoras, sea una historia de regresos a las fuentes, de relecturas, de transmisiones”) y comentarios sobre ellas. “Escribir aforismos es asumir una máscara, una máscara de desprecio, de superioridad», escribe la autora norteamericana Susan Sontag (1933 – 2004) en su diario, y apostilla: “el carácter amoral del aforista es luz que se autodestruye” [mi traducción]. Disparos, al igual que muchas de las propuestas literarias de Cozarinsky, nunca termina de escribirse del todo.
Esta revista Abaco sobre «Migraciones y Exilios», número 87 de la segunda época, coordinada por Daniel Marías miembro del consejo de redacción de la revista, cuenta con una impactante monografía de artículos y temas que dan esa visión interdisciplinar acerca de esos «dramas que no cesan» como subtitula la publicación, que convierte a Abaco en una revista de referencia. La portada es de Lucas Blanco y las fotografias que suponen unas aportaciones excelentes sobre el tema son de artistas como Sara Janini, Alfredo Casas, César Cid, Sergi Cámara o Jose Luis S. Hachero. Entre otras cuestiones insertas en las secciones de la revista se cuenta con una excelente entrevista realizada por el profesor David Porcel a Antonio Campillo, presidente de la Red Española de Filosofía.